Unos momentos antes de que todo esto empezó estábamos marchando bajo el sol con los ritmos animados de una banda de percusión de estudiantes de la secundaria. Cerca de nosotros una madre y su hija caminaban, mano en mano, con sonrisas tan grandes que el sol reflejaba en sus dientes. Algunas personas habían parados para comprar helados de un vendedor. Una mujer de tercera edad con toda su familia esperaba en la sombra de un árbol para que la marcha siguiera.
La marcha empezó con miles de personas reunidos desde temprano esa mañana frente la universidad nacional pedagógica, preparando para desafiar abiertamente la prohibición de parte del gobierno de facto de las marchas y tomar las calles para exigir la restitución del Presidente Manuel Zelaya y una asamblea constituyente para re-fundar el país desde abajo. Cuando pedimos a un miembro de la policía para hablar con la autoridad encargada de ellos para anunciar la presencia de observadores de derechos humanos, un oficial dijo, “aquí quién manda son los militares, hablen con él, por allá,” y señaló un capitán militar al fondo de la fila gruesa de policía y soldados. Aquí en Honduras, el ejército manda.
“La negociación verdadera está en las calles. Cuando nos tiran bombas lagrimósimas, esa es una negociación. Cuando marchamos, esa es una negociación. Cuando nos golpean, esa es una negociación. La lucha en las calles es la verdadera negociación, no lo que pasa en las discusiones entre las delegaciones oficiales. Estamos completamente claros que solo el pueblo salva al pueblo,” nos diría luego el líder garífuna Alfredo Lopez, unas horas antes de que el presidente de facto hondureño Roberto Micheletti anunciaría por primera vez que está dispuesto a dejar el retorno de Zelaya al poder.
En el día 124 de resistencia continua de resistencia al golpe de estado en Honduras, la primera demanda de la resistencia – la restitución del presidente elegido democráticamente por el pueblo, Manuel Zelaya – parece estar al alcance. Desde que el ejército lo secuestró el 28 de junio, por lo menos 26 miembros de la resistencia no-violenta han sido asesinados. Más que 4,000 han estado detenidos. Mujeres han sido asaltadas y violadas por grupos de oficiales de la policía y ejército. Maestros se han desaparecidos y luego encontrados en una morga o con sus cuerpos cortados y tirados en un campo. Esta represión solo ha fortalecido la voluntad y profundizado el compromiso de la resistencia. La demanda por una nueva asamblea nacional constituyente y la re-fundación del país al nombre de la democracia participativa y los derechos humanos se ha convertido en una demanda universal.
Como la líder indígena Berta Cáceres nos dijo, “Honduras antes solo se conocía por ser base de los gringos y las cobras o por el huracán Mitch. Ahora se conoce por la dignidad de su pueblo. Hemos avanzado demasiado para rendirnos jamás y esta lucha apenas está empezando.”
No comments:
Post a Comment