De la consigna a la realidad
por Padre Ismael Moreno
Del 12 al 14 de marzo de marzo, la ciudad de La Esperanza, Intibucá, fue lugar de convocación de centenares de personas provenientes de todo el país para participar en un Encuentro organizado por el Copinh y otras organizaciones vinculadas al Frente Nacional de Resistencia Popular, en el marco de la lucha por una Constituyente que exprese la refundación de Honduras, de acuerdo a las declaraciones de sus organizadores.
El Encuentro se estructuró conforme a una metodología que simulaba que toda la gente convocada participaba como delegados y delegadas nacionales para una Asamblea Popular Constituyente, y en una veintena de pequeñas asambleas, se trabajó en la definición de los temas que debían constituir los contenidos de una Constituyente destinada a redactar una nueva Constitución de la República.
Los bosques, el agua, la tierra, la discriminación racial, los derechos humanos, las mujeres, la juventud, la salud, la vivienda, la educación, fueron algunos de los muchos contenidos que se reflexionaron en las diversas mesas de trabajo, y que conformaron el debate en la amplia y prolongada plenaria en el ejercicio de la Asamblea Nacional Constituyente, como expresión política y jurídica de la refundación de Honduras.
Más que los contenidos, lo que prevaleció en La Esperanza fue el ambiente de entusiasmo, euforia y consigna, y una tónica común de resistencia en contra de los dinamismos y poderes del golpe de Estado que siguen despiertos y activos en la actual administración pública. Nadie que no fuese opuesto al golpe de Estado cabía en ese lugar.
El entusiasmo y la consigna contribuyen a mantener el optimismo en la lucha, sobre todo cuando ésta se encuentra cargada de crecientes adversidades. Sin embargo, esa euforia sin un polo a tierra con la cruda realidad del país puede ser un factor muy engañoso y no siempre el mejor de los consejeros. La realidad hondureña no es sólo el entusiasmo de mil personas reunidas en pie de resistencia en La Esperanza.
La realidad hondureña es también de la gente empobrecida atrapada en la apatía, el miedo y las falsas promesas y entusiasmos promovidos por un sistema mediático que canaliza intereses y un modo de vivir de elites empresariales y políticas interesadas en mantener desmovilizada a la sociedad hondureña. La realidad hondureña es también la de un bipartidismo que tiene todavía atrapado el corazón de mucha gente humilde.
Pasar del entusiasmo y el simulacro de poder popular, experimentados en la Esperanza, al compromiso cotidiano de caminar al ritmo de la realidad de un importante sector abatido del pueblo hondureño, es sin duda el desafío de los sectores organizados en el fenómeno social y político de la resistencia. En acortar esa distancia entre las consignas de la militancia convencida de la “refundación hondureña” y el “pueblo llano, municipal y espeso” cuyo máximo heroísmo es lograr sobrevivir en el día a día, se encuentra sin duda la identidad y la fuerza, el presente y el futuro de la resistencia pacífica y ciudadana como promotora de un Estado y una patria merecedores de una suerte nueva.
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